sábado, 28 de diciembre de 2013

La sociedad del patriarcado

Constantemente estamos viendo como a lo largo de la historia la sociedad predominante ha sido la que tiene al hombre como centro del Universo (androcentrismo que lo llaman), y cuando digo hombre me estoy refiriendo al género masculino. Las mujeres siempre hemos estado en un segundo plano (como mucho), siempre por detrás del hombre, ya sea nuestro padre, hermano, novio, o cualquier otro hombre que pueda formar parte de nuestra vida.

Hoy por hoy vivimos en la sociedad de la información, gracias a las nuevas tecnologías, la televisión, los medios escritos (periódicos, revistas, etc.). Gracias a ello nos enteramos de todo lo que pasa en el mundo, de todas las desgracias sucedidas a causa de catástrofes naturales, de accidentes, de las guerras, de las injusticias sociales y políticas, del terrorismo, y demás formas que tiene el ser humano de hacer daño a los demás. Gracias a esta información que cada vez obtenemos con más inmediatez y gracias a que ya no hay tanta censura como antes, podemos saber, por ejemplo, cuántas mujeres han sido asesinadas este año a causa de la violencia machista.

Y diréis, "¿qué tiene que ver el patriarcado con la violencia machista?" Muy sencillo, ya todo el mundo sabe (y si no lo sabe, al menos lo intuye) que se llega a este tipo de violencia contra las mujeres porque se sigue educando a las nuevas generaciones en el machismo, en el modelo del patriarcado, donde el hombre es el más importante y a la mujer se nos trata como meras criadas, pretenden que seamos esclavas de esos hombres que dicen querernos mucho, que nos quieren por encima de todas las cosas, más que a nada en este mundo, tratándonos así como objetos, porque nos consideran como una posesión.

Creo que la educación en igualdad es fundamental para eliminar cuanto antes la lacra del patriarcado, la lacra de las desigualdades que, hoy por hoy y a las alturas que estamos del siglo XXI, todavía existen entre hombres y mujeres. Os preguntaréis que qué diferencias o qué desigualdades son esas, pensaréis algunos que qué más queremos las mujeres que ya nos dejáis trabajar fuera de casa (oh, un gran logro). Con ese tipo de comentarios es con lo que se incrementa más el machismo, porque si analizamos bien el trasfondo de la frase podemos llegar a la conclusión de que las mujeres tenemos que pedir permiso al hombre para trabajar fuera de casa y poder así rentabilizar nuestro esfuerzo y nuestro trabajo.

Los hombres todavía piensan que el trabajo que una mujer realiza en la casa no es un verdadero trabajo, porque no se le paga por ello. Para ellos, las tareas del hogar, son una obligación de la mujer, porque ellos ya llevan el sustento a casa trabajando fuera de ella. No ven que eso no es así, ya que el trabajo de una casa es obligación de ambas partes, tanto del hombre como de la mujer. No se trata de "ayudar" a la mujer a sacar la casa adelante, sino de repartir obligaciones y que ambas partes trabajen por igual dentro del seno familiar. Con esto también me estoy refiriendo a la educación de los hijos, que parece ser que también es una obligación de las mujeres. Y digo no "nada más lejos de la realidad", la educación de los hijos es un deber tanto del padre como de la madre.

Anoche leí algo que me puso los vellos de punta. Una mujer estaba culpando a las mujeres de la mala educación de los hijos, diciendo que por culpa de esa educación que las mujeres dan a sus hijos, todavía existe el machismo y seguimos viviendo bajo el modelo del patriarcado. Esa mujer, que piensa de ese modo, por desgracia, no contribuirá en el cambio que esta sociedad necesita, cambio que está pidiendo a gritos, que no es otra cosa más que la igualdad sea verdadera entre hombres y mujeres, que cambie la mentalidad de las personas y dejemos de creer que el hombre es el fuerte y el que tiene que proteger a la mujer, y empezar a creer más en nosotras mismas, en que no necesitamos a ningún hombre para ser felices, que no necesitamos que ninguno nos proteja, porque nosotras somos muy capaces, somos fuertes y sabemos lo que queremos.

Pienso que es necesario educar a las nuevas generaciones en dicha igualdad, para que desde la infancia aprendan lo que es la tolerancia, el respeto y la igualdad, que no hay trabajos de hombres y trabajos de mujeres (ya que todos por igual puedes realizar todos los trabajos), que no hay juguetes para niños y juguetes para niñas (ya que todos pueden jugar con todos los juguetes), que no hay carreras para chicos y carreras para chicas (porque todos pueden estudiar todo lo que quieran y les guste).

Tenemos que aprender a no dejar que la opinión de los demás nos afecte o nos influya negativamente (cuando sea contraria a lo que nosotros/as mismas pensamos). Las críticas, siempre que sean constructivas, son aceptables, pero aún así no debemos dejar que nos influya en nuestra autoestima. Las críticas destructivas están totalmente prohibidas, porque cada persona es un mundo, tiene unas creencias o pensamientos propios, que no debemos juzgar.

Yo, personalmente, reniego de esos hombres que creen que tienen todos los derechos frente a sus mujeres que tienen todas las obligaciones; de esos hombres que cuando su mujer está enferma o necesita apoyo moral, en lugar de cuidarlas o apoyarlas se dedican a machacarlas psicológicamente y a decir "hay que ver, pobre de mí, que mi mujer me tiene manía" haciendo ver que ellos son las víctimas y la mujer es la mala de la película; reniego de esos hombres que tratan mal a sus madres, a sus novias/esposas, a sus amigas o cualquier mujer por el mero hecho de ser mujer; hombres homófobos con los demás hombres que son diferentes a ellos; reniego de los hombres que piensan que si no piensas como ellos o no haces lo que ellos quieren y como ellos quieren, ya te critican, te dan de lado, o te hacen daño psicológicamente. A esos hombres, que se creen "muy machos" yo les digo una cosa: LAS MUJERES PREFERIMOS A UN HOMBRE MENOS "MACHO" SI CON ELLO NOS RESPETA, NOS APOYA Y ES TOLERANTE CON TODO EL MUNDO, SEA CUAL SEA SU INCLINACIÓN SEXUAL, SU GÉNERO, SU RELIGIÓN O SU FORMA DE PENSAR.

Las mujeres estamos hartas ya de ese hombre que va de príncipe azul, pensando que nos están rescatando de la miseria, de la soledad, saliendo con nosotras, y no se dan cuenta de que realmente están siendo egoístas con esa actitud, porque no pretenden "salvarnos" a nosotras, sino a ellos mismos, porque tienen miedo de terminar solos en la vida por su forma de ser y de pensar. Porque hoy en día las mujeres ya no aguantamos esas cosas.

Nuestras abuelas y las generaciones precedentes lo aguantaban todo, defendían al hombre por encima de todo, criticaban a las mujeres que no lo hacían, o que vivían solas o no se casaban, si el hombre les pegaba encima justificaban ese gesto diciendo que si le ha pegado ha sido porque ella se lo merecía... Hoy por hoy, cada vez menos, las mujeres ya no aguantamos nada de eso, intentamos apoyarnos unas a las otras por encima de los hombres, y defendemos nuestros derechos. 

Queremos empezar a cambiar la sociedad. El problema es que, por desgracia, todavía "los dueños" del mundo, de la sociedad, son los hombres. Ellos son los que dictan las modas, los que dicen cómo hay que pensar y cómo hay que comportarse en sociedad. Las pocas mujeres que llegan a altos cargos se tienen que comportar como los hombres para no ser rechazadas ni discriminadas ni acosadas, no defienden lo suyo por miedo, prefieren abortar para que no las despidan del trabajo aun queriendo ser madres.

No se puede vivir con miedo, y menos las mujeres, porque así lo único que se consigue es que los hombres se sigan aprovechando de nosotras, que sigan pensando que la mujer es más vulnerable que el hombre, que ellas se van a aguantar a todo (a cobrar menos haciendo el mismo trabajo que el hombre, a dejar el trabajo si se quedan embarazadas porque su deber es quedarse en casa y criar a los hijos).

Mujeres, revelémonos ante los hombres. Digámosles que no estamos dispuestas a renunciar a nada de nuestra vida por su culpa, que ya no vamos a tener más miedo, que vamos a luchar y que vamos a llegar tan lejos como ellos (o incluso más lejos). Dejémosles claro que el hombre intolerante o que pretenda que vivamos en desigualdad, ese estará fuera de nuestra vida ipso facto, porque preferimos estar solas a tener que compartir nuestra vida con un hombre con mentalidad de la Edad Media.

POR UNA IGUALDAD REAL... ¡¡MUJERES, REVELÉMONOS!!

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